Y Valencia fue la ciudad, como decía aquel documental. Valencia fue la ciudad que puso la Movida Madrileña a cuatro patas y reinventó el ocio nocturno en ésta nuestra península y archipiélagos adyacentes. A fuego lento pero constante, como un buen putxero, se fue cociendo a lo largo de los años 80 la Ruta Destroy -más tarde conocida y denostada como Ruta del Bakalao- para alcanzar su cénit a finales de década y principios de la de los 90.
Música de vanguardia, drogas de diseño, fines de semana interminables y, sobre todo, infinitas ganas de pasárselo bien, fueron sus principales señas de identidad. Jóvenes de todos los rinconces de España, de todas las extracciones sociales, recorrían de arriba abajo y de abajo arriba la ya mítica carretera del Saler en busca de los templos del placer y la diversión desenfrenada: Barraca, Chocolate, Spook Factory, The Face y ACTV, entre otros.
Aquellos estruendos todavía retumban en los oídos de millares de cuarentones valencianos y han alcanzado la categoría de mito inimitable para otros tantos más jóvenes. Y si entonces Valencia fue la ciudad, ahora ha sido Chimo Bayo, el gurú de aquella Ruta, el chamán indiscutible, quien, de la mano de la joven escritora y periodista Emma Zafón, nos ha traído un poco -o un mucho- de su esencia más pura en forma de novela.
El punto de partida de la obra es bien sencillo: dos veteranos ex ruteros, Toni y Paco, se reencuentran en el año 2016 y se proponen organizar una fiesta como las de entonces. Así comienza una peripecia delirante que va entretejiéndose con recuerdos de sus protagonistas que nos transportan a los años dorados de la Ruta. Anécdotas surrealistas, personajes estrafalarios, referencias culturales y desfase a espuertas se combinan con la realidad agridulce que los excesos de la Ruta han legado a muchos de sus fieles. Además, el periplo de los dos protagonistas sirve de pretexto a los autores para poner de relieve las heridas que han dejado en Valencia décadas de corrupción política y orgía urbanística. Por todo ello, ‘No iba a salir y me lie’ trasciende con mucho las expectativas iniciales.
Como novela, resulta enormemente entretenida; en al menos una docena de ocasiones me he visto obligado a soltar el libro para descojonarme a gusto. Va de menos a más, con un tramo final -prácticamente toda la segunda mitad del libro- que roza por momentos la genialidad. Es obvio que Chimo Bayo no es el nuevo Irvine Welsh ni Emma Zafón es Isabel Allende, sospecho que tampoco lo pretenden. Sin embargo, estamos ante una novela escrita con el corazón, con la ilusión inconfundible de alguien que tiene algo que contar, y que además lo hace de manera más que competente. El temor de algunos a que Chimo Bayo iba a aprovechar su nombre para colarnos un pestiño se ha demostrado totalmente injustificado.
En definitiva, un libro muy recomendable para cualquiera que quiera echarse unas buenas risas o conocer una versión de la Ruta alejada del sensacionalismo y la criminalización con que casi siempre ha sido tratada desde los grandes medios de comunicación. Por supuesto, imagino que hará mojar la ropa interior a todo ex rutero o ex rutera que se precie. Veremos en qué queda toda esta locura, personalmente deseo a los autores el mayor de los éxitos. Y, honestamente, no me parecen descartables una secuela, una película… o incluso, por qué no, una fiesta en El Templo con Ligthman a los platos.
Borja
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