Hace poco más de dos semanas se celebró el Festival de les Arts en Valencia, al que tuvimos el gusto de acudir. No contaba con un cartel extremadamente sólido, pero estaba cerca de casa, el precio era razonable y tenía unos cuantos elementos de interés que ya reseñó Lucy en su post. En mi caso, el atractivo se reducía a Nueva Vulcano, Triángulo de Amor Bizarro, The Wave Pictures y Toundra; los cuatro habían pasado en el último año por Valencia y sólo me había perdido a los últimos. A última hora se sumó a la fiesta ese monstruo llamado Betunizer, reemplazando a las Hinds, Deers, Grijanders o como se llamen.
A grandes rasgos puedo decir que el Festival de les Arts ha tenido una notable primera edición. Un puñado de buenos conciertos, un espacio amplio y cómodo (dentro del despropósito que es la Ciudad de las Artes y las Ciencias), zonas con sombra, varias opciones de comida, facilidad de entrar y salir, con la gran ventaja de estar dentro de la ciudad, por lo que se puede ir en bus y cenar donde te plazca. La entrada estaba a muy buen precio y la bebida no era delirantemente cara. A mí me ha alegrado enormemente que casi no hemos tenido que hacer colas, ni nos hemos topado con aglomeraciones. Seguro que los organizadores hubieran preferido más gente, pero parece que ha sentado buenas bases para próximas ediciones. Luego entraremos en detalles. Antes quiero explicarme.
Festivales, qué bien
Vaya por delante que no soy muy fan de festivales. Sí, he ido a unos cuantos y me lo he pasado teta, pero hay algo en ellos que no me acaba de encajar. No soporto las aglomeraciones, ni las colas, ni el mamoneo en la barra para pedir una mísera cerveza. Pocas veces me da la economía para pagar los hinchadísimos precios de entradas y bebidas, los bocadillos de mierda a precio de caviar, más los desplazamientos. Me dan grima esos supuestos fans de toda la vida de todos los grupos que tocan, o la gente que ha dedicado más de 2 minutos de su vida pensando qué llevar puesto al festival, o esos que se arremangan las prendas hasta límites absurdos para lucir tatuajes. Me abruman en estos tiempos de redes sociales todos esos comentarios sobre noches mágicas y conciertos memorables: joder, es un festival al aire libre con bolos de 40 minutos, NO ES PARA TANTO, no me creo que viváis 4 epifanías en dos días. Me agobian los plastas, que en los festivales parece que se reproduzcan y retroalimenten: una cosa es el buen rollo y otra ser cansino. Me preocupa hasta cierto punto la higiene, después de haber pasado por varios Viñas y ver abundantes bajorrelieves hechos a mano con mierda en las paredes de los cagaderos portátiles. Al sol. Derritiéndose. Bueno, qué coño, esto me hace hasta gracia.
Y serán manías mías, pero me da rabia la gente que asiste a 10 festivales al año y no va a un mísero concierto que le pille a 10 minutos de casa y cueste 5 putos euros. Brendan Kelly, de los geniales Lawrence Arms, dejó bien claro en su momento su opinión del Warped Tour y cómo afecta a la escena, en una interpretación que puede valer para el 99% de festivales y nuestro comportamiento como público. Os dejo las declaraciones al final del post, para no seguir alargando esto, y podéis leer la entrevista completa en The Punk Site.
Que conste, por si no ha quedado claro, que todo esto no va por el Festival de les Arts, sino por el mundo festivalero en general.
Nuestros pasos en el Festival de les Arts
Llegamos el viernes por la tarde, sin tiempo casi para la siesta, y estaban tocando ya León Benavente bajo un sol de justicia (alerta, expresión cuñada). Prácticamente no he oído a esta gente, por lo que no quiero aventurarme, pero me parecieron bastante dignos. Se supone que son músicos curtidos en mil batallas a los que el éxito les llega pasada la treintena; debería ser buena señal. A mí me ganaron para su causa tocando «Bandera blanca» de Franco Battiato, canción que por lo visto acaban de incorporar a su repertorio. Me acordé de la mag-ní-fi-ca serie de posts sobre Battiato de Vicisitud y Sordidez (uno, dos y tres), y me alegré de que su figura se vea ahora en más ámbitos que en el de los fans acérrimos o el de los lúgubres remixes del ítalo-dance.
Después vimos a Betunizer, incorporación de última hora al cartel. No éramos demasiados entre el público, pero fue un conciertazo. Sus canciones son densas, complejas y absorbentes, nunca aburridas. Estos tíos saben lo que se hacen y ya hay muchas ganas de nuevo disco. Prácticamente están definiendo una escena sin renunciar ni un milímetro a sus ideas y se merecen toda la atención del mundo.
Triángulo de Amor Bizarro vino después. Soy de los que piensa que al aire libre se pierde intensidad, pero la verdad es que sonaron muy bien. Los gallegos han tenido un éxito considerable en los últimos años con un estilo personal, intenso, ruidoso, mordaz y repleto de humor negro. Es decir, me resulta inexplicable, porque son cojonudos pero no aptos para todos los oídos (un poco el mismo caso que Guadalupe Plata), y sin embargo ahí siguen, con un público muy heterogéneo y sacando un discazo tras otro. Que duren, hostia, que duren.
Antes de cenar, y ya con unas cuantas cervezas encima, vimos un poco de Everything Everything, sin que nada nos llamara la atención, ni para bien ni para mal.
Puede parecer simple, pero para mí una de las grandes ventajas del Festival de les Arts es que pudimos salir a cenar donde nos dio la gana. Tan sencillo, pero tan difícil a veces en eventos de este tipo. Vimos que había cola en los puestos de comida (decir food trucks me da un poco de grima) y nos fuimos al centro comercial como los adolescentes ociosos que anhelamos ser. Sin colas absurdas, ni apelotonamientos, ni caminatas sin sentido, ni excesivo lío para volver a entrar. Así da gusto.
A la vuelta vimos el final de Bigott, al que todavía tengo pendiente escuchar, por lo que prescindo de valoraciones. Y así llegamos a The Wave Pictures, una de mis debilidades. Los ingleses no son muy conocidos en su país, pero en España tienen un seguimiento muy notable. No es el grupo que yo hubiera programado a las 00:30, pero David Tattersall y los suyos son una delicia. Han editado tropecientos discos y singles en poco más de 10 años, todos a un nivel altísimo, por lo que tienen un repertorio inacabable. Les he visto tres veces en directo y han tocado muchas, pero que muchas canciones distintas. El caso es que dieron un recital, como siempre. Da la sensación de que a la gente que le gustan, le gustan más allá de lo racional. Me incluyo. En el debe, que no tocaran Before this day, esa preciosa colección de recuerdos de infancia en la Inglaterra rural, un despertar a la vida de corte ¡tropical! entre fontaneros, vacas y ovejas.
Sábado
Sábado. Ligera resaca, de ánimo bien, gracias. Llegamos pasadas las 6 de la tarde y vemos un poco del concierto de Carlos Sadness, cuyo nombre nos sonaba vagamente. Mucha quinceañera entre el público y un tema cantado a dúo con ¿una bloguera? ¿he oído bien? No sé, creo que esto no es lo mío.
Se hacen las 7 y empieza Nueva Vulcano. Tercera vez en un año que los vemos, y que sean muchas más. Con mejor voz que en La Rambleta, quizá por haberse evitado plomizas entrevistas con adolescentes excitables, Artur y compañía van desgajando el reciente Novelería, con peso también de Los Peces de Colores (BCore, 2009). De antaño cae un Sagrada Familia que sabe a gloria. Cuando llega el turno de La Ley de Costas, Artur cambia «hotel» por «Museu»: recadito a la psicotrópica Ciudad de las Artes y las Ciencias que aloja el festival. Son grandes.
Una vez más nos salimos del recinto para cenar. Punto extra por comodidad. Volvimos y estaban tocando Band of Skulls, y me resultaron bastante majos, habrá que echarles un ojete. Hard rock garajero, canciones pegadizas y sonido sólido, quizá demasiado limpio todo. A veces se echa en falta un poco de mugre.
Desde lejos vimos a La Habitación Roja. El público estaba entregado y dieron un buen recital. A mí no me fascinan y me lo pasé bien; me parecieron unos tíos serios, solventes y capaces. A destacar la americana roja de Pau Roca, ¿homenaje irónico a la alcaldesa saliente? Me gusta creer que sí. En el escenario más cercano estaban probando las Mourn y las saludaron a mitad de show: «Ei! Som amics del Ramón! I del Santi!»
Y es que justo después venían las Mourn. Unas jovenzuelas con pedigrí indie que parece que están haciéndose un nombre, incluso más allá de nuestras fronteras, gracias a cierta crítica en la omnipresente Pitchfork. Vamos, el típico grupo fácil de odiar. Los prejuicios se quedaron en eso, prejuicios, y me gustaron bastante. Pegadizas, agresivas, ruidosas y muy noventeras. Otro grupo a seguir.
Haciendo tiempo antes de Toundra vimos un rato a Is Tropical. Electrónica, chica guapa cantando en bikini (o sujetador)… no sé, esto no es lo mío. El público tampoco me pareció que lo estuviera pasando bomba, sería quizás mi mirada sucia.
Y cerramos el Festival de les Arts con Toundra. Los madrileños, en otro de esos pequeños hitos que devuelven la fé en la humanidad, llegaron al número 2 en las listas de ventas con su último disco, IV. No hay que olvidar que hacen post-rock, metal instrumental, o como quieras llamarlo. Sin cantante. Y aún así se codean en ventas con Pablo Alborán, Fito y Fitipaldis o Melendi. Reconozco que llegué al festival con los deberes a medio hacer, no había oído los discos de Toundra tanto como querría, pero en directo me parecieron un huracán. No pararon de moverse por el escenario y le dieron un plus de energía a su repertorio, que en disco parece que suena a veces muy limpio. Me han convencido, prometo desde ahora sumergirme de cuerpo entero en Toundra.
Valoraciones del Festival de les Arts
Lo mejor del Festival de les Arts: casi todo lo comentado anteriormente, unos cuantos conciertos de gran nivel, la comodidad de estar en la ciudad, las facilidades para entrar y salir del recinto, la ausencia de aglomeraciones y hasta los precios, con entradas razonables y bebida no abusiva. En las barras había mucho personal, no era horrible ir a pedir una cerveza. Hasta el recinto parece que cobra sentido para un evento de este tipo.
De entre lo negativo destacaría únicamente un cartel desigual, con muchos grupos de indie para quinceañeras (Lori Meyers, Izal, Supersubmarina…) y los dichosos tokens para pedir bebida, pero esa creo que es una batalla perdida en festivales.
De todas formas, son detalles menores; entiendo que hay que vender entradas y The Wombats venden más papel que Toundra. Así a bote pronto, el Festival de les Arts se llevaría un notable alto por una prometedora primera edición. Mientras mantengan una segunda hilera de conciertos de nivel, precios razonables y un espacio cómodo, yo me apunto. E igual hasta diré food truck y no puesto de comida.
Brendan Kelly, sobre el Warped Tour:
Warped Tour is destroying the economy of DIY; and it’s doing it very methodically and very successfully in that [the] summer touring season used to involve a bunch of bands, like Alkaline Trio for example, jumping on buses and taking smaller bands, like us and the Black Maria for example, on tour. There would be all these bands that would do that, so all these support bands would have great tours to go on. Kids in every town would have a bunch of different shows to go see, like over the summer. Small clubs would have big, good shows at least once a week if not twice a week, three times a week; and kids would have stuff to do. Now, all those big bands go on the Warped Tour. When they come to town, it’s for one day. It’s in a band shell, small clubs all across the US are closing down, they can’t offered to be open. Bands like us have to tour against the Warped Tour, which sucks; or tour on the Warped Tour, which sucks even more. And you know it’s in a fucking big band shell; and the fact is, every single person who would read this interview, got into this at least in a tiny, little way thought there was something cooler than going to a band shell and buying twelve dollar bottles of water and standing there watching your favorite band play from like a million feet away. Now people talk about the Warped Tour like it’s the greatest thing to ever happen to punk rock, it’s not the greatest thing to ever happen to punk rock – it’s single handedly dismantling the whole thing we’ve been fucking building for all this time and nobody gives a fuck. And bands, big bands that play the Warped Tour say things like “Oh, it’s great, you only have to play it for half an hour” and it’s like “Fuck you! This is your job, I don’t care how hard you don’t have to work in order to get paid; like you’re fucking everybody!” And that’s why it’s the biggest tragedy. And that’s why it’s the worst thing to ever happen to punk rock, or DIY music in general.
Tenéis la entrevista entera en The Punk Site. Echadle un vistazo, anda.
Jorge
Pero le gustan más aún Bruce Willis y el morro bien frito.
Gos, manta, faena fuig!
jorge@sepiavlc.com
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16 febrero, 2016 at 10:41 am
[…] cultural, és que no pot ni competir amb ciutats més menudes. Ara comença a despuntar el Festival de les Arts, però com que és una oferta nova, encara estar per consolidar-se. Enguany el cartell promet, […]