
La ristra de barbaridades que soltó ayer el otro día Carolina Punset en Les Corts parten de una serie de argumentaciones falaces y terriblemente manipuladoras. Para ella, abandonar »las lenguas universales para recuperar una minoritaria puede ser entrañable [aunque] poco útil». Según sus constreñidos esquemas mentales, la »recuperación» del valenciano a través de la escuela pública implica necesariamente un abandono del castellano y, por qué no, del inglés. No sé si pretende engañar a la gente o desconoce que en los centros de línea en valenciano se enseñan igualmente el castellano, el inglés y hasta el francés. En vista de que no sabía ni dónde estaban Les Corts, no sería de extrañar que no tuviera ni idea.
Todas las lenguas del mundo sirven para comunicarse y son una fuente de riqueza cultural, todas excepto el gallego, el valenciano-catalán y el vasco, que se utilizan por sectarismo y para fastidiar. Eso es lo que piensa hoy una parte importante de los españoles gracias a políticos como Carolina Punset, que en aras de un supuesto cosmopolitismo (a partir de ahora cosmopaletismo) pretenden ahogar el uso de las lenguas periféricas. Ese cosmopaletismo es, en lo fundamental, una adaptación a los tiempos y discursos modernos del etnocentrismo castellano-español que se aplicó en España, en distintos grados, desde el siglo XVIII hasta la aprobación de los Estatutos de Autonomía tras la desaparición de la dictadura franquista. No hace falta rascar mucho para darse cuenta de que el cosmopaletismo defendido por Punset y casi toda la derecha española (y hasta por una parte de la izquierda) coincide sospechosamente con la esencia de los planteamientos lingüísticos y culturales que promovía -o más bien imponía- el régimen franquista.

Lo que debería ser un motivo de orgullo -esto es, la diversidad lingüística y cultural- es en España una constante fuente de enfrentamientos motivados por una serie de personas (políticos, periodistas, tertulianos…) que pretenden camuflar de »sentido común» un nacionalismo español profundamente intolerante. Hoy todo sería muy distinto si España hubiese logrado configurarse institucionalmente como lo que es: un estado plurinacional. Sin embargo, el establishment español bebe de un discurso políticamente muy eficaz y de una discriminación cultural que es la punta de lanza de otro tipo de discriminaciones, fundamentalmente económicas. No es fruto de la casualidad que la Comunitat Valenciana sea hoy el territorio peor financiado de todo el Estado.
La pretendida inexistencia del nacionalismo español es otra de las bases del pensamiento cosmopaleto. Más allá de sesudos análisis teóricos sobre el tema, basta con coger un diccionario para percatarse de que eso que nos pretenden vender como »sentido común» no es otra cosa que un nacionalismo español bastante radical. El pensamiento cosmopaleto, haciendo gala de su profunda ignorancia, parte de la base de que todo nacionalismo es intrínsecamente malo: «el resultado [del nacionalismo] siempre es tóxico», decía Punset. Así, es necesario obviar que personajes históricos de indiscutible talla como George Washington, Simón Bolívar o el mismísmo Gandhi eran nacionalistas. De hecho, todos los movimientos de liberación nacional, empezando por el español en la Guerra de Independencia, son y han sido nacionalistas por definición. Por supuesto, todas las independencias que sucedieron al hundimiento del comunismo en la URSS partieron de planteamientos nacionalistas. Podríamos estar un día entero hablando de experiencias nacionalistas más o menos »positivas»; pero el quid de la cuestión está en que el nacionalismo no es, como insisten machaconamente, algo negativo por naturaleza. Lo que sí lo es, es el nacionalismo etnocéntrico y excluyente, venga de donde venga. A pesar de todo, seguirán repitiendo hasta la extenuación el viejo y simplista esquema: ETA = nacionalista > Hitler = nacionalista > nacionalismo = malo. Y ocultando, claro, que también ellos son nacionalistas.

Según el pensamiento cosmopaleto, las lenguas minoritarias son »poco útiles» y por ello debe limitarse su enseñanza. Este argumento es tan estúpido (en el mejor de los casos) o supremacista (en el peor) que produce tanta vergüenza ajena como terror. Si intentaramos aplicarlo fuera de España, nos encontraríamos con que varios cientos de millones de personas en todo el mundo deberían renunciar a ser educados en su lengua materna, entre ellos los habitantes de los países más avanzados de Europa (Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia…). El etnocidio está servido. Es de suponer que a gente como Punset le resultarán incomprensibles casos como el de la lengua romanche, hablada únicamente por 35.000 personas (en aldeas, por cierto) y que goza del estatus de lengua nacional en Suiza. Para unos las lenguas, por muy minoritarias que sean, forman parte de la riqueza cultural de un país, para otros, en cambio, son solo un estorbo. Y si continuamos dando vueltas al argumento cosmopaleto, podemos llegar a la conclusión de que todos deberíamos hablar exclusivamente inglés o chino mandarín. Ya está bien de tantas lenguas dando por saco ¿no?
Supongo que más de uno habrá reparado en la aparente ironía de que este escrito »desde la aldea» esté redactado en castellano. Pues bien, soy valenciano y castellanohablante de nacimiento; comprendo y leo el valenciano perfectamente, lo hablo más o menos con soltura y lo escribo con cierta dificultad. También tengo un nivel medio-alto de inglés y algunas nociones de francés. De hecho, gracias en parte a conocer el valenciano, soy capaz de leer textos en francés y hasta en italiano con relativa facilidad. El castellano es mi lengua materna y como tal la valoro, también considero el valenciano como lengua propia. Una cosa no quita la otra, para asombro, supongo, de las hordas cosmopaletas. Y, desde luego, me quedo mil veces antes con mi »aldea» que con su odioso imperio monocromático y uniforme.
Borja
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28 junio, 2015 at 4:04 pm
Que bo!
Res de nou, pero dona un puntet d,alegria poder fer correr aqests comemtaris a les desafortunades intervencions de la Punset…
Molt i molt bo!
Gràcies!
28 junio, 2015 at 4:24 pm
A compulsory reding for anyone coming to Vlc…
A clear explanation of Who is Who in the cultural game in Vlc… Politicians, intellectuals, anybody can be placed in the proper point of the line by oneself after reading these lines; a confusing map of proposals and contraproposals make difficult for the foreigner coping with the complexity of the cultural reality of this country. Furthermore, the «cosmopolitan» view is appropiated and projected by one of the.parts in the CONFLICT, and foreigners become easily victims of their propaganda.
But I hope we get here much more «MathewTrees» growing all along our Proud Lands, waiting for a permanent spring of our culture, in benefit of everybody here, and everybody in the world.
A necessary spring that brings us the light against the darkness of the old years of «nacional-catolicism», our local version of Fascism.
29 junio, 2015 at 12:29 pm
Gran ensayo, acertadísimo análisis. Somos privilegiados por ser bilingües de nacimiento, ya que facilita el aprendizaje de otras lenguas…más «útiles»??
Ahora bien, qué es el valenciano-catalán? Perdona pero ese término demuestra otro paletismo sin límites. Llamadlo valenciano-alguerés-barcelonés-capcinés-tarragonés-mallorquín-menorquín-LAPAO-….
Roma no hay más que una: viaje en 55 fotos | Sepia says:
2 noviembre, 2015 at 2:56 pm
[…] -Como en cualquier parte del mundo, la gente de Roma aprecia que el visitante haga un esfuerzo por hablar su lengua. Mirando las palabras clave en alguna guía y mezclando el castellano y el valenciano con un poco de gracia, la cosa fluye bastante. El italiano y el valenciano tienen muchas palabras similares o iguales (fare, arrivare, mangiare, parlare, finestra…). Para que luego digan que el ”aldeano” no sirve para nada. […]