“Viva forocoches!”, gritó John Cobra. Y se hizo historia en la televisión. Hay cosas que dejarán marcadas para siempre la historia de la televisión española, Martes y 13 con sus empanadillas de Móstoles, Urdaci y CCOO, el mineralismo de Fernando Arrabal y John Cobra tocándose los huevos al lado de Igartiburu al grito de “Comedme la polla!”, la historia no está hecha al gusto de todos. Todo comenzó en la edición del 2008 de Eurovision en el que quizás sí podríamos considerar el “auténtico triunfo” de la gente al llevar mediante votación a Rodolfo Chikilicuatre hasta la gala. Si tuviera que pensar el mensaje que trata de transmitir la sociedad eligiendo a Rodolfo Chikilicuatre y su “Baila el Chiki-Chiki”, diría que es “ey, somos gente salada que queremos echarnos unas risas”. Si tuviera que pensar el mensaje que trata de transmitir la sociedad eligiendo a John Cobra y su “Carol”, diría que es “estoy hasta los huevos de esta puta mierda y voy a quemar el parlamento”.
Los de “te uve e” (remember Urdaci) debieron pensar que a pesar de haberles salido rana lo de dejar elegir a la gente a quién querían que representase España en Eurovisión tras Chikilicuatre, no iban mal encaminados en la idea de hacer partícipe a la gente en el proceso de selección ya que habían recuperado la atención de un público que pasaba por completo de esa mamarrachada hortera, de esa versión dantesca de Risk musical y mis respetos a los que les guste. Así que tuvieron la brillante idea de dejar en manos del público la selección de los finalistas teniendo ellos la última voz cantante sobre quién sería el elegido, pensando “Que más da que nos cuelen un capullo, mientras solo hagamos el ridículo de puertas para adentro y no en nuestra super-ceremonia high-class donde cantan personas del nivelon de Alf Poier o de la marioneta esa que es un pavo real”. Craso error. El pueblo vio una última oportunidad para derrocar las fuerzas supremas, para tirar el muro abajo, alzar la voz y gritar “esto es una mierda!”. Y quién le iba a decir a Mario Vaquero (como él dice y cito textualmente “los amigos de verdad me llaman Mario, luego los coleguitas de tal, el Cobra) que iba a ser “El elegido” como Neo en Matrix. Mario Vaquero, alias John Cobra presentó su candidatura a Eurovisión con Carol, una canción que él definía de la siguiente manera “Yo creo que Carol es un estribillo pegadizo que en Europa puede gustar, más que aquí en España”, como el cine de Almodóvar, vamos.

Un hombre que ya había hecho sus pinitos en youtube, con sus demostraciones del sofisticado arte marcial que él mismo inventó bajo el nombre de “Valecalle”, famoso por sus enfrentamientos con El Batu (todo héroe necesita un Némesis) y por su anterior hit Ado 3 (“ciclado trajeado de cuerpo tatuado” decía una de sus estrofas) lo hicieron irresistible como campeón o como piloto kamikaze según se vea. Con 269.919 votos, con todo forocoches movilizado, con la gente ansiando como diría Alfred en El Caballero Oscuro “ver el mundo arder”, John Cobra apareció en “te uve e” y se hizo historia. En su presentación, antes de cantar “Carol” ya derrochó esa refrescante sinceridad brutal bajo frases como “quiero triunfar en la música, quiero tener una vida mejor y quiero tener un Ferrari debajo de casa” y “votadme, ¿vale?, si queréis! Y si no, no voy a ir yo casa por casa poniendo una pistola en la cabeza a uno pa’ que vote”. El caballo de Troya ya estaba dentro de la ciudad. Su actuación comenzó y aunque sus versos resultaban a veces confusos John se defendía lo mejor posible pero claro el poder de “te uve e” ya se había ocupado de llenar el plató de los siervos del sistema que no paraban de silbar al eufórico trovador quien en un momento dado ofreció a sus enemigos del público un “Toma yaaajajaja”, quizás consciente por fin de que el papel que estaba jugando sobre el escenario era el de romper un sistema que jamás le querría o puede que fuese la euforia de la cocaína, vaya usted a saber. John siguió y siguió, cantando, persiguiendo a su novia Carol que huía de él por el escenario, puede que no por seguir la coreografía puede que por un arranque de sensatez, vaya usted a saber también. La canción terminó, John en un intento de acto romántico (o a lo que venía a ser su idea del romanticismo), agarró a su novia, la intentó levantar, no pudo (decepcionante si hablamos del inventor del Valecalle), la bajó y le pegó «un morreo de la ostia, sa?». Y la gente le abucheó. Y John no pudo más. No es justo esperar que John aguantase todo esa presión, él solo era un arma que no sabía que lo era, no sabía para que lo habían creado ni puesto ahí, tan lejos de sus peleas de gallo, de las salas donde actuaba bajo los aplausos temerosos de su público cercano. Pero el pueblo habló y lo hizo a través de John cuando comenzó a gritar al público, “Comedme la polla!” a todos aquellos que querían que fracasase, “Comedme la polla!” a todos los que creen que los elegidos han de ser los mismos de siempre, “Comedme la polla!” a todo el mundo.

La verdad es que Anne Igartiburu intentó llevarlo con la mejor profesionalidad posible pero Pearl Harbor ya había caído, John pidió disculpas junto con un “y si no, aquí la tenéis (señalando sus partes) pa’ quien le guste”, la gente se volvió loca, gritando “Fueeeera! Fueeeera!”, al poder no le gusta cuando alguien lo manda a tomar viento fresco y John respondió, con un movimiento como si el poder le estuviese haciendo una felación, al grito de “Toma! Toma y toma!” y mientras Igartiburu sonreía e intentaba apagar el coloso en llamas con una jarrita de agua. Forocoches se colapsó, unos se descojonaban, otros se indignaban y otros muchos que habían votado para enviar a John se deleitaban en su casa, como seguramente lo harán a día de hoy, pensando que cuando tuvieron una oportunidad de dar voto y de tener voz en el “sistema”, dijeron alto y claro “comedme la polla!”.
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