El mes pasado la revista cultural favorita del populacho, Vice, publicó un post llamado Inmigrantes nos explican qué es lo que más les chocó de la cultura española.
Y me inspiró hacer una versión para Valencia aunque, ya veréis, que la mayoría de las cosas que figuran abajo también van para España en general. A continuación se puede ver lo que chocó más a mis amigos guiris de la cultura valenciana y española.
Antes de que vayáis soltando comentarios en plan «Si no te gusta, vete a tu país y no vuelvas, cabrona», que sepáis este post no sirve para criticar a España/Valencia/TÚ en lo más mínimo. Sirve para enseñar lo que chocó los guiris que ahora están orgullosos de llamar a nuestra querida Valencia «home«. A lo mejor os parece interesante…

Blackface
Aunque ya han mostrado señales de que a partir de ahora van a dejar de hacerlo, lo que probablemente me chocó (y me sigue chocando) más era el uso frívolo de Blackface. Así se llama el «fenómeno» de pintar de negro la cara de una persona blanca para retratar a una persona de otra etnia. Se ve sobre todo en las cabalgatas de Navidad (pero también en programas como Tu Cara Me Suena) cuando prefieren coger a un hombre blanco para retratar a Baltasar, uno de los reyes magos, en lugar de coger a un hombre negro. Además de ser totalmente insensible, parece que los que lo hacen nunca han visto a una persona negra en sus vidas. Son más bien grotescas caricaturas, muchas veces con grandes, exagerados labios de color buzón inglés, o maquillados con el pintalabios más rojo de la linea icónica de Kate Moss. Siento vergüenza ajena cada vez que lo veo – y me pregunto por qué todavía hay personas que no entienden por qué está mal visto. Lo que daba todavía más vergüenza era cuando algunas personas se quejaron al ver las «reinas magas» este año en algunas cabalgatas. Antes una «representación precisa» de un hombre con la cara pintada de betún que -¡Dios me libre!- una mujer, ¿a qué sí?
El otro día en el trabajo intentaba explicar por qué hacer Blackface es malo, ante las caras incrédulas de mis compañeros de trabajo. Hay varias razones, obviamente, por las que no se debería hacer, desde la historia de los minstrels cuando la gente se disfrazaba de personas negras específicamente para burlarse de ellas, hasta la opresión que algunos sufren incluso hoy en día en muchas situaciones por el simple hecho de ser de otro origen étnico. Esperemos que esto se vaya acabando pronto…
Fallas explosivas
Llevo 5 años aquí y, aunque estoy más o menos acostumbrada a la semana de infierno (para bien o para mal), todavía hay al menos un instante cuando tengo miedo por mi vida en Fallas. Y no es por acercarme demasiado ni a un castillo ni a una falla en llamas – es casi siempre por culpa de un grupo de niños salvajes y sus cajitas de petardos. Tengo la teoría de que, como una manada de leones, buscan el más débil del grupo (yo) para usarle para prácticas de tiro a blanco mientras sus padres tranquilamente toman cervezas en el bar de al lado. Esto nunca pasaría en Inglaterra, sobre todo por sus exageradas regulaciones de salud y seguridad. No quiero ser aguafiestas, que sigan, pero esto es una de las cosas que sigue chocándome -o explotándome en la cara- año tras año.
Hablando de Fallas, mi amigo Alex dijo:
«Niños tirando petardos de tamaño considerable en plena calle, alentados por sus padres para que “se los lancen a los guiris”, adultos que disparan fuegos artificiales a las 4 de la mañana en la puerta de mi casa. Es un implacable y ensordecedor ataque a tus sentidos. Las fallas en sí son bonitas, y la fiesta está muy bien, pero no creo que compense el terror de caminar por el centro para verlas más de una vez. Lo que más me confunde es que los mayores de 10 años no parecen entusiasmados con la dinamita que hacen explotar por las calles. Ni siquiera se quedan a ver la explosión, prenden la mecha y rápidamente se giran a tirar otro petardo. Es lo mismo con las fiestas callejeras, con la música atronando hasta altas horas de la madrugada toda la semana, pero a las que solo acuden un puñado de personas, exceptuando la última noche. Parece que hacer una barbaridad de ruido sea la vaca sagrada de Valencia, el pasatiempo regional en el que la gente participa por ninguna razón concreta.
Los valencianos también se vuelven locos por la paella: el pasado domingo vi a gente vitorear y aplaudir a una paella que pasaba delante de sus narices. Siempre es divertido ver como tus estereotipos preconcebidos cobran vida.»
Paella
Bieeen, ¡otro tema polémico! Como ya sabéis, para la gente extranjera, España es un país en que solo consisten 3 cosas: flamenco, toros y paella. Hay que recordar que las personas que piensan así o no han ido a España nunca, o solo han ido a los centros turísticos en la Costa del Sol o la Costa Blanca para pasar una semanita de vacaciones. No pasa nada, no es su culpa. Dejadles disfrutar del sol y la cerveza barata. Este tipo de ignorancia solo se convierte en un problema cuando la peña lleva años viviendo en tierras españolas y siguen pensando así.

No llevaba mucho tiempo viviendo en Valencia antes de darme cuenta que la paella no es nada para tomarse a chiste. Como regla general, a los valencianos les ENCANTA el arroz y si no se hace bien, pueden ponerse bastante tiquismiquis o incluso un poco cabezota con el tema. Yo ya soy consciente de lo que debe y -más importante- lo que NO debe llevar la paella. Pero no hace falta que os lo diga a vosotros, ¿verdad?
Pero siempre habrá guiris que creen que saben lo que constituye una paella gracias a arrozidades como lo que se puede ver en la imagen arriba, lo que nos venden en supermercados ingleses en un intento débil de vendernos cosas más «culturales.» A la derecha podéis ver a un guiri tontuno enfadarse porque, por más que lo intenta, no logra encontrar una paella que le guste – y que conste que no le gustan nada las paellas que llevan pollo y chorizo (¿¿??).
Para acabar esta sección en un punto positivo, hay que decir que he aprendido que nada cura una resaca de 10 como un platito de paella valenciana. Así que, gracias, valencianos, gracias. Seguimos con la lucha, pero intentaré no enfadarme tanto con la gente idiota en foros de Facebook en el futuro. Dejo el trabajo a vosotros.
Comida, bebida y alquiler barato
Una amiga mía casi se atragantó con una patata brava cuando le dije cuánto pagaba de alquiler para un ático bien majo con terraza en el centro de Valencia. Eso sí, ella pagaba 2000£ al mes por un piso con una habitación en Shoreditch, Londres. Y no era la primera vez que el tema económico en España le chocó – supermercados y comer fuera de casa nos resulta bastante barato. Claro, los sueldos aquí son más bajos en comparación y seguro que en Madrid y Barcelona todo es más caro. Pero bueno, por ahora, en Valencia, no me quejo.
Una de mis amigas intimas aquí en Valencia, Gabrielle, mencionó cómo de raro se veía el acto de que el cumpleañero casi siempre paga la cena/ronda de bebidas de los amigos cuando se sale para celebrar, ya que en el Reino Unido y Irlanda es más típico que los amigos se lo paguen todo para el cumpleañero.
También se acuerda de la primera vez que se tomó un chupito después de cenar entre amigos valencianos. Siendo irlandesa, su reacción típica cuando se enfrontaba con un chupito era de beberlo de un trago. Parece la cosa normal, ¿no? Pues no, los demás se lo bebían a sorbitos y decía que su comportamiento era «Typical Irish.» Hablo más de este tema en otro post –UK vs. Spain: a boozy comparison– donde hago una comparación entre una noche de fiesta española y una noche típica inglesa.
El maldito «lo lo lo»
No sé exactamente cuál verbo usar… ¿cantar? ¿tararear? ¿canturrear? Lo que sea. Me refiero a esa cosa rara que hacéis cuando cantáis la canción Seven Nation Army de The White Stripes. Ganáis el fútbol, «loo lo lo lo lo lo, lo». Quemáis una falla, «loo lo lo lo lo lo, lo». Ganáis la lotería, «LOO LO LO LO LO LO, LO!» Lo habéis pasado bien en un concierto, «LOOO LOO LOO LOO LOO LOO, LOOOO!» Por el amor de dios, ¡parad ya de cantar esta puta canción!
Cacas y perritos
Mi amigo John dijo,
«Sería lógico pensar que en un país con una viva y arraigada tradición de crueldad animal no habría demasiado amor por las mascotas, pero que me aspen si lo que se ve por Valencia no es una plaga de perros. Encima, no son como los enormes pero adorables perros que ocupan media strasse en Alemania, sino pequeñas máquinas de cagar tamaño rata y estridente ladrido plantando semillas por las aceras de toda la ciudad. Tampoco es estrictamente una plaga, ya que parece que la gente adquiere conscientemente estas criaturillas para tenerlas en sus casas, ¡ALIMENTÁNDOLAS PARA QUE PUEDAN SEGUIR VIVIENDO Y CAGANDO!
En verano debe ser insoportable convivir con el áspero hedor de esas pequeñas montañitas de lodo tóxico al cocerse con el sol mediterráneo. Eso no lo ponen en los folletos, no: “Ven a Valencia a conocer sus famosos naranjos, nutridos por los centenares de heces de los perros-rata locales”. Mientras escribo, veo un ñordo a unos 4 metros de mi puerta untado en el suelo cual lienzo modernista por las New Balance de cualquier hipster de Russafa. Cada vez que salgo de casa me toca hacer un pequeño baile ritual alrededor de la boñiga para no pisarla. En mi calle hay niños jugando todo el tiempo. Se tumban en el suelo y dibujan con tiza. Les veo ahí tirados desde mi ventana y solo puedo pensar que justo ahí había una mierda de perro la semana pasada.
Y el pis, el pis es otro nivel: esos relucientes riachuelos deben dejar a los perros deshidratados de cojones, porque sus meados son tan amarillos como la Fanta Naranja. En toda la ciudad no hay una sola cuesta, por lo que el orín de perro se aposenta en las estrías del pavimento hasta que la próxima tormenta llegue y lo limpie. En unos cinco meses, más o menos.
Los perros grandes (existen algunos y todo) no tienen nada que probar, por lo que están permanentemente tranquilos y relajados, satisfechos en su dignidad inherente. Pero la mayoría de los canes por aquí son pequeños roedores bastardos que necesitan hacerse oír todo el tiempo al mayor volumen posible, como el prototípico chav bajito que te encuentras en el Reino Unido. De aquí viene esta incesante cacofonía de aullidos, berridos y ladridos que va rebotando por todas las paredes de todas las calles, cada minuto de cada día. Estos pequeños bastardos se ven venir desde el otro extremo de la calle y al momento comienzan a gritarse mutuamente por ninguna razón en concreto, más allá del mero reconocimiento entre congéneres, bramando un staccato constante reminiscente del momento “Dan!” de Alan Partridge. Es muy molesto y no me gusta. Por lo demás, todo bien.»
Pero, bueno, querida Valencia, te queremos – paellas y cacas incluido. Pero mezclado no. O a lo mejor el tío quejándose de la paella arriba por fin lograría encontrar así una paella que le guste. ¡PERO CON CHORIZO NO, EH!
Lee este post en inglés aquí: Things in Spain that foreigners find weird
Lucy
lucy@sepiavlc.com
Latest posts by Lucy (see all)
- Depressing thoughts on Brexit - 24 junio, 2016
- Things in Spain and Valencia that foreigners find weird - 8 junio, 2016
- Cosas de España y Valencia que les parecen raras a los guiris - 8 junio, 2016
Things in Spain that foreigners find weird | Sepia says:
8 junio, 2016 at 3:34 pm
[…] Read this post in Spanish here: Cosas de España que les parece raro a los guiris. […]